lunes, 18 de noviembre de 2013

Acuoso



Le veía ir y venir por la habitación
mientras escribía mis historias.
Le miraba de reojo.
Una coma aquí,
un punto allá.


Todo cuidadosamente medido para conmoverle.
Silencio absoluto.
Máxima concentración.


Este adjetivo le gustaría,
esa metáfora no le honra,
qué han de merecer estos poemas.


Luego otro encuentro visual fugazmente.
Dame fuego.
Y me ofrece un azul imposible,
que no hay cielo, ni mar,
ni Da Vinci que pueda pintarlo...


Me quedo de nuevo buscando el término,
hasta qué punto acuoso.
Inventaré la palabra.
Tengo que inventar ese azul.


Antes no era así.
Escribía sin bridas
y sin duros criterios.
Me servía el lenguaje
que ya estaba inventado.


El verde era verde,
el norte en el norte
y el sur en el sur.


Pero un día le leí una historia.
Un día le leí una historia
que lo cambió todo.


Y por eso ahora rebusco
y extraigo el material
con el que escribí ese cuento.
Para darle más y más de eso
en plan Sherezade,
suplicando clemencia
una última noche.


Todo cuidadosamente medido para conmoverle.
No hay demasiado tiempo para el azar.
Mañana tal vez invente ese azul.


Tengo que inventar ese azul.


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